Borriscos

Estacionè el auto.

Me metì al cafè de la esquina, entre personas que leìan y

juegos de ajedrez, te esperè.

Dieron las 9:00 p.m.

Ese era el lìmite.

Salì del cafè y sentí una especie de mareo.

Todo se movìa tan rápido y yo tan estàtico.

Ahì de pie, luces pasaban, màs parecidas a fantasmas.

La gente me miraba, pero yo no la distinguìa y tal vez ni quería.

Entrè al carro, me quedè 5 minutos pensando.

La cajuela aun tenìa espacio para dos maletas màs.

Prendì el carro, esperè que calentara,

ya pasaban de las 10:00 p.m., arranquè el carro y acelerè poco a poco,

solo que esta vez ya no voltè por el retrovisor...